lunes, 20 de abril de 2009

THE VISITOR

La película "The visitor", del director Tom McCarty, obtuvo el Gran Premio de la 34ª edición del Festival de Cine estadounidense de Deauville, en Francia.
Vi esta película en Barcelona el pasado sábado. Me pareció conmovedora. Sabe hacer una denuncia contra la política de inmigración en EE.UU. y pone la mirada en la tragedia humana de un inmigrante al que deportan a Siria, a pesar de los esfuerzos de su amigo, un profesor norteamericano para que le devuelvan la libertad.
Entre los aspectos que me parecen más destacables, quiero mencionar la ruptura de tópicos soble los inmigrantes. Uno de los personajes de la película es Tareq, un sirio apasionado por la música, en la que encuentra el sentido de su vida. Es percusionista y se gana la vida tocando en locales de Nueva York. Es un hombre sensible, con cultura musical y FELIZ, aun siendo conaciente de los riesgos que entraña su situación de ilegal. Su pareja es africana y se dedica a la venta en la calle de la bisutería artesanal que ella misma diseña y elabora.
La pasión de Tareq por la música y la posibilidad que le ofrece al profesor de aprender y tocar cambia la vida de éste, que se había anclado en un trabajo que aborrecía y un aislamiento empobrecedor y monótono.
La detención del músico es el detonante del otro recorrido afectivo de la película. La fidelidad de la madre de Tareq también en situación ilegal en el país y que se traslada a Nueva York para estar cerca de su hijo. Después lo seguirá a Siria y renunciará a la relación amorosa con el profesor.
La película te va provocando una rabia inmensa y te muestra como las políticas de inmigración pueden destrozar la vida de seres obligados a vivir en la clandestinidad, aunque, como en el caso de Tareq, enriquezcan a la sociedad el valor de su arte.
Me ha parecido una película emocionante y valiente que mira al EXTRANJERO sin negarle su humanidad, sin prejuicios y sin estereotipos, al tiempo que critica la actuación de la Administración norteamericana. ¡PARA NO PERDÉRSELA!

jueves, 16 de abril de 2009

MIL SOLES ESPLÉNDIDOS

La novela de Khaled Hosseini, Kabul, 1965, es una historia estremecedora en lo que se refiere a las relaciones humanas que describe. También es desgarradora la violencia con que la se sentencia a las mujeres afganas a una vida de sumisión al hombre. El libro relata magníficamente el proceso por el que las mujeres pierden toda posibilidad de tomar cualquier tipo de decisión sobre su vida. Esta situación está perfectamente pautada dentro del matrimonio: el marido les es asignado y la vida conyugal es un ejercicio constante de servidumbre y un anulación irreversible de la voluntad.
En este contexto social surge un espacio para el afecto, la solidaridad y la complicidad entre dos mujeres: Laila y Mariam, que descubren el poder del apoyo mutuo para sobrevivir a las tragedias de la vida.
El contexto histórico es fundamental en la novela. El atroz sufrimiento del pueblo afgano es, para mí, el auténtico protagonista de la obra. La violencia, las luchas por el poder, la guerra, el fanatismo religioso están presentes en las páginas de Mil soles espléndidos y crean una angustia a la que me he ido habituando, para encontrar la recompensa final: hay una posibilidad de reconstruir las vidas devastadas y los países destruidos, siempre que se conserve un mínimo resquicio donde pueda vuelva a actuar la dignidad humana y la respuesta solidaria tras el horror.
Por último, he de mencionar algo que no concuerda con mi posición ideológica. El autor, justifica en cierto modo, a través de Taquir, la política de Bush en Afganistán. No estoy de acuerdo. Cualquier intervención bélica en un país supone, por una parte, el enriquecimiento de los señores de la guerra y, por otra un nuevo holocausto de inocentes.